|
Jesús reunió a sus apóstoles para la última cena |
|
Jesús con la cruz acuestas camino del calvario |
- UN TROZO DE LA PEDRADA DE JOSÉ MARIA GRABIÉL Y GALÁN .
La procesión se movía con honda calma doliente,
¡Qué triste
el sol se ponía! ¡Cómo lloraba la gente!
¡Cómo Jesús se afligía!... ¡Qué voces
tan plañideras el Miserere cantaban!
¡Qué luces, que no alumbraban, tras las
verdes vidrieras de los faroles brillaban!
Y aquél sayón inhumano, que al dulce
Jesús seguía con el látigo en la mano,
¡qué feroz cara tenía! ¡qué corazón tan
villano! ¡La escena a un tigre ablandara!
Iba a caer el Cordero, y aquel negro
monstruo fiero iba a cruzarle la cara con un látigo de acero..
. Mas un travieso
aldeano, una precoz criatura de corazón noble y sano y alma tan grande y tan
pura como el cielo castellano, rapazuelo generoso que al mirarla, silencioso,
sintió la trágica escena,
Se sublimó de repente, se separó de la gente, cogió un
guijarro redondo,
miróle al sayón la frente con ojos de odio muy hondo, paróse
ante la escultura,
apretó la dentadura, aseguróse en los pies, midió con tino
la altura, tendió el brazo de través,
zumbó el proyectil terrible, sonó un
golpe indefinible, y del infame sayón cayó botando la horrible cabezota de
cartón.
Los fieles, alborotados por el terrible suceso, cercaron al niño
airados, preguntándole admirados: -¿Por qué, por qué has hecho eso?..
. Y él
contestaba, agresivo, con voz de aquellas que llegan de un alma justa a lo
vivo: -¡Porque sí; porque le pegan sin haber ningún motivo!